Mi amistad con William Guillén tiene ahora la garantía de los años. Nos conocimos por los
tormentosos años 1992 cuando acompañaba a mi entrañable amigo el poeta Bethoven Medina para la presentación de su libro Volumen de Vida, allá en la bella Cajamarca, ciudad que lo vio crecer en las alas de la poesía.
Yo acababa de fundar la editorial Papel de Viento, como una forma de enfrentar la vida, habiendo abandonado el proyecto de tantos años del grupo teatral Kjenko debido a los avatares de los tumultuosos años 90, la dictadura de Fujimori y la durísima situación económica para los artistas populares. William Guillen andaba saliendo de los estudios universitarios, problematizado por el qué hacer en la vida, la familia ya iniciada y un fajo de poemas y relatos bajo el brazo. Había problemas, pero estábamos llenos de sueños, y el que sueña es invencible.
Con William Guillén nuestra amistad fue totalmente empática, de esas amistades que a los cinco minutos parecen que ya te conocías toda una vida; tal vez por ello es que me parece natural el recorrido de su vida. La falta de trabajo para el joven profesional, el amor a los libros y la amistad con otro cajamarquino excepcional como es el poeta y editor Esteban Quiroz Cisneros lo ll
evaron como agua al río a la labor editorial, labor en la que ha demostrado tanta calidad y gusto de tallador que ha hecho del sello Petroglifo una suerte de filigrana editorial, cosa a imitar y si no se puede, a envidiar, en el mejor sentido de la palabra.
Willian Guillén, el año 2004 nos sorprendió a todos por su maestría en relato corto en Los Escritos del Oidor y se reveló como un formidable narrador y renovador de la narrativa Cajamarquina moderna y una de las más prometedoras voces de la narrativa peruana. Sus ecos ya han llegado fuera del continente.
El presente libro Actos y Relatos, ratifica aquello ya apuntado: presentación impecable, buen gusto y profesionalismo editorial, argumentos que ratifican la vitalidad y desarrollo editorial al interior del país y su total independencia del viejo centralismo limeño.
Los quince relatos que conforman el libro, son al mismo tiempo los primeros trabajos del escritor; resultado de siete años de trabajo intenso entre los años 1990 y 1997, que son al mismo tiempo años de elaboración de sus herramientas narrativas e intelectuales, dejándonos ver a través de ellos el visible hilo de maduración del narrador nato que es William Guillén. Digo narrador nato porque aunque haga poesía a nuestro escritor le sale relato; es en este campo donde su manejo del discurso tiene la ductibilidad del oro al rojo vivo y la agudeza del estoque. Su narrativa atrapa, seduce, convence.
La narrativa de William Guillen está nutrida de la riquísima narrativa oral cajamarquina, tiene sabor a leyenda, se alimenta del mito, nos hace recordar las noches de desgrana del maíz junto al mechero de las historias, pero en Actos y Relatos los personajes tienen un aire rulfiano en los que el tiempo es presente y al mismo tiempo deja de serlo, porque el autor con maestría de viejo zorro nos esconde datos. En historias como la de La Laguna, Gozayo y el Túnel, El Docto Doctor, juega con los tiempos narrativos, al final descubrimos que el presente narrativo es ya pasado, recurso que le permite hacer más contundente la crítica social en unos casos, mostrar la interioridad de los personajes y resolverlo con un fino humor negro que es una de las características más propias de su temperamento, elemento este, con el que enriquece de manera excepcional la narrativa peruana moderna.
El escritor nos conduce a la tensión y a la ternura y hasta a la ilógica pero dentro de la lógica del discurso narrativo. En la historia Volver a los diecisiete por ejemplo sus personajes tienen al mismo tiempo mucho de real, mucho de sueño, son por un lado tan concretos como una bofetada en el rostro como volátiles como si hubieran sido capturados de un sueño o arrancados de un lienzo. Esta dualidad es la que los hace tan interesantes. Este recurso lo emparenta con el Maestro Juan Rulfo, con Maupasand, con Borges, Con Arreola, con Cortázar y con parte de la cuentística de Ribeyro. Este recurso le permite ser tan contundente en la crítica social, porque esta se realiza sin recurrir a elementos expositivos sino a la muestra de situaciones que develan la vida social y psicológica y las estructuras que la sostienen.
William Guillén nos abre los ojos a esta vida dura y descarnada, sus historias casi siempre arrastran una tragedia y nos la muestra con esa sonrisa chaplinesca, con esa ironía de quien dice: las cosas son así hermano, qué hacer. Me van a entender mejor cuando lean el cuento La Revancha. En los relatos de William Guillén a menudo hablan los muertos, pero este recurso explotado por Rulfo y muy bien manejado por nuestro escritor, con total independencia de estilo, es recurso recuperado de la tradición oral de nuestros pueblos y de la literatura oral cajamarquina en particular. Éste es un mérito especial de nuestro narrador, esto es lo que lo hace hijo de su pueblo, cantor de su tierra y de su patria.
El escritor no se detiene, ni vacila para experimentar nuevos recursos narrativos, nuevos manejos del tiempo, en el formidable cuento El Rey de las Flores muestra la tragedia y sinrazón humanas al punto del espanto. El humor negro recorre toda la historia. Al final estamos oyendo hablar a los muertos pero lo novedoso del discurso es que ha transcurrido en un presente, presente, tal cual sucede cuando se narra un partido de fútbol en vivo. Esto cobra aun mayor fuerza porque los personajes de William Guillen son aristas de nuestro propio ser, es por ello que tienen apariencia de algo no acabado como si hubieran sido arrancados de un cuadro o congelados de la realidad y es que el escritor nos muestra variadísimas situaciones, comportamientos y sicologías que al asimilarlas nosotros como lectores, tenemos una visión real de la complejidad, para el bien y para el mal, del ser humano que en muchos casos no somos y que a veces tratamos de ser.
Los invito a leer Actos y Relatos porque estoy seguro que quedaran maravillados y que de ahora en adelante serán lectores incondicionales de la narrativa de William Guillén, porque es un escritor que realmente lo merece, al cual le debo toda mi admiración, le agradezco la capacidad inspiradora que posee su obra para otros escritores y es un orgullo ser su amigo. El libro está a vuestra disposición.