JORGE LUIS TUME QUIROGA: Cuentista del desierto y el debate postergado de la actualidad del costumbrismo
Reynaldo Cruz Zapata
De Trujillo, tenía noticias de Alarcón y Luis Eduardo García, como representantes de nuestra literatura por esos lares, hasta la tarde del último miércoles cuando deambulando por los auditorios de la Feria del Libro de Trujillo (FLT), descubrí a Ricardo Ayllón, escritor chimbotano que conocí años atrás en el IV Encuentro Nacional de Escritores Manuel J. Baquerizo en Ica, presentando el libro Cuentista del desierto de Jorge Luis Tume Quiroga (J.L. Tume), un piurano que ha publicado su primer libro bajo el sello de Ornitorrinco Editores.
J.L. Tume, en esta publicación nos entrega 10 relatos de tendencia costumbrista, que merecen especial atención por el contexto en el que se inserta en la literatura piurana, que con la incursión de la nueva generación, por lo general ha estado alejada de la tradición e idiosincrasia popular. El panorama actual de nuestras letras es consecuencia del crecimiento acelerado de la urbe y su influencia en la creación de los jóvenes escritores.
Nacido el año de 1976 en Bernal (Sechura), J.L. Tume estudió en la Universidad Nacional de Trujillo, y a la fecha radica en la capital de la marinera, un punto esencial para entender la propuesta de este escritor: la nostalgia de la tranquilidad del campo, el recuerdo de la gente y sus relatos, las celebraciones lo llevan a plasmar Cuentista del desierto como un testimonio de lo acaecido en un intento de evitar se pierdan con la invasión de estereotipos urbanos que transfiguran lo esencial de los hombres del ámbito rural.
El rapto de las enamoradas como inicio de la vida conyugal, sigue siendo una constante en el campo, a pesar de que los jóvenes han adquirido de la ciudad nuevas formas de vestir, nuevas formas de comunicarse, nuevas formas para maquillar sus orígenes.
- Don castulo… vengo pa´ decirle… que su hija, la Eufemia, ya está en mi casa… como decimos acá me la he robao… hoy en la madrugada me la he llevao… mis intenciones con ella son buenas… nos vamos a casar.
El fragmento anterior lo encontramos en Mal presentimiento, el primer texto del libro. El discurso en estos casos sigue siendo el mismo que en épocas de los abuelos. J.L. Tume escenifica este hecho en la fiesta de Velaciones, pero también suele ocurrir en otras celebraciones como el carnaval, la navidad o el baile de año nuevo. La madrugada es propicia para que los familiares de la pareja conversen a cerca de la conformación de la nueva familia y a aquello se le conoce como “arreglar”.
“Ya sacó su mujercita este bandido… a Dios gracias porque ya tiene su edad… solo estas cosas se pueden hablar de madrugada… está bien… además nadie es eterno en el mundo… yo quiero que este buen muchacho encuentre su felicidad para cuando los viejos ya no estemos… ojalá sea una buena muchacha que le lave su ropita, que lo atienda, que le caliente su comida cuando venga del trabajo… que no haga problemas por su edad… que más bien le ayude a salir adelante porque la mujercita siempre nos ayuda a agarrar a palos la pobreza… la casa le voy a dejar a él para que no pase penurias”, pensó esbozando una sonrisa triunfal.
Una noticia de madrugada retoma la cuestión del matrimonio. Si en el anterior relato el protagonista no esperaba ese desenlace, en esta narración el personaje secundario se adelanta a los hechos e inconscientemente crea un futuro para su hijo. Nuevamente J.L. Tume nos presenta arquetipos de la vida rural: primero, la condición de que los hijos conformen una familia para evitar preocupaciones a los padres en su ancianidad; segundo, la condición de ama de casa que debe poseer la mujer (un machismo que se ha practicado desde épocas remotas y que se ha sumergido en el subconsciente colectivo, sobre todo en el de las mujeres paradójicamente, pero que con esta incursión de la modernidad en el campo se empieza de desdibujar). Tercero, primordial y que requiere urgente un estudio sociocultural, es la unión de parejas demasiado jóvenes – entiéndase 15 a 22 años - que es aceptada como normal y contrariamente las uniones de personas con más edad es casi un hecho curioso. Cuarto, la herencia de la casa y la chacra representa un materialismo de la gente del campo, al cual se le han unido otros accesorios urbanos como vehículos y estudios superiores (en este relato se puede observar este nuevo contexto).
Los bailes populares también nutren este primer volumen de cuentos de J.L. Tume, así tenemos: Un baile inolvidable y Plan poema, dos textos en los cuales se observa el jolgorio con el cual la gente del campo – un campo que como he anotado anteriormente no es tan campo como en los tiempos idos – disfruta de estos acontecimientos. Al leer los dos relatos, podemos tener una idea de cómo han cambiado las circunstancias y que definitivamente es necesario el debate postergado sobre la actualidad del costumbrismo o la denominación de un nuevo o neo costumbrismo.
Los 6 cuentos restantes, los agruparé en pares como los anteriores, así tenemos: Ña Pancha y Cuentista del desierto. La marca de un detergente da nombre al primer relato, a la vez que se observa la influencia de la publicidad, al parecer de la televisión, en el consumo de golosinas por parte de un niño. El segundo texto tiene más cualidades propias de un ambiente rural casi virgen, donde se aprecia al anciano narrador de historias que siempre existe en un pueblo. Un fantasma en el pueblo y El regreso del gigante son textos que esbozan la creencia de lo sobrenatural que aún persiste en la gente de la zona que geográficamente no pertenece a la ciudad. Finalmente, Pérdida de un chanchito y Justicia en el terral son manifestaciones de la viveza del poblador de estos territorios.
La gastronomía piurana se ve reflejada en los textos de J.L. Tume. En la mayoría de los textos aparece la chicha de jora, néctar de los incas, y se puede apreciar un plato de arroz, camote y pescado frito, el ceviche, la algarroba, café, tamales y panes.
J.L. Tume en este libro expone lo más peculiar del hombre piurano rural (hecha la aclaración que la imagen del piurano como hombre de campo que trabaja junto a su burro, bebe chicha en abundancia y pronuncia palabras como: gua, pa’, ña’, zonzo, que aún se tiene, requiere de un profundo análisis para comprobar que la influencia de la ciudad en el campo ha transfigurado las estructuras en las que se cimentaba la tendencia costumbrista) describe el ambiente donde se desenvuelve, la vida pueblerina, las relaciones sentimentales, la viveza y el folklore popular.
De la calidad narrativa de J.L. Tume puedo escribir que es aceptable al punto de convencer al lector a terminar el libro una vez que lo inicia, utiliza diálogos creíbles y, lo esencial en la literatura, tiene visos de verosimilitud; tomando en cuenta que es la primera publicación, me arriesgo a recomendar la lectura de Cuentista del desierto, pues se nota un trabajo de selección, corrección y maduración de los textos.
El génesis de los relatos de J.L. Tume ha sido las anécdotas de su tierra natal, situación que nos hace recordar que en un inicio la literatura sirvió para perennizar la vida de un pueblo, y en nuestros días se ha alejado de esta concepción por razones editoriales que apelan más a la irrealidad, a lo urbano, a las conspiraciones, a la autodestrucción del hombre o al positivismo sin sentido. Es necesario resaltar el aporte de J.L. Tume a lo que podemos denominar neo costumbrismo piurano. En esta tendencia ya se encontraban los primeros escritos de los narradores jóvenes José Lalupú, Javier Vílchez y Ana Sophía Sánchez.
Entendiendo a la tendencia costumbrista como la expresión de la tradición e idiosincrasia de las clases populares de nuestra región, es necesario repensar este concepto, pues las clases populares han cambiado significativamente, la mayoría de jóvenes ha optado por convertirse en obreros de la industria urbana a continuar con el trabajo en la chacra; las muchachas han logrado acceder a estudios superiores, aunque aún persiste la dedicación de algunas como empleadas del hogar y vivanderas. La internet ha invadido de modelos a los adolescentes que además de su gusto por la cumbia, ahora escuchan un género tan disímil como el punk. Las casas rusticas están cediendo el paso a edificaciones de material noble, el burro ha sido reemplazado por el mototaxi; el uso de teléfonos celulares ha significado el cambio de piuranismos tan conocidos como el gua, a nuevas variantes como okas. Ante ello, vale la pregunta ¿Podemos seguir hablando de costumbrismo? ¿Podemos denominar neo costumbrismo a la creación literaria que tiene como referencia este ámbito rural con tintes urbanísticos? ¿Es aceptable seguir construyendo la imagen del piurano bonachón, bebedor de chicha e ingenuo?
No todo se ha perdido para fortuna nuestra, sin embargo, como se nota en el libro de J.L. Tume, la influencia del campo en la ciudad ha sido significativa. El autor ha construido personajes teniendo referencias de la realidad, acaso tomando sin permiso parte de lo que aún queda de nuestros pueblos, como si fuera un compromiso tácito con la tierra que cobijo sus primeras tentaciones de convertirse en escritor.
En Cuentista del Desierto llama la atención la ausencia de una advertencia al lector a cerca de que lo contenido en el libro no abarca completamente la realidad del piurano; ya nadie puede decir que seguimos contando con la trilogía representativa de nuestra ciudad: algarrobos, piajenos y Seminarios, pues de la mencionada, el único sobreviviente parece ser la caricatura de Luscor. Ante esta situación un lector poco perspicaz puede crearse una imagen de Piura, que no es más que la imagen que la modernidad está borrando a pasos agigantados, incluso en la provincia de donde proviene J.L. Tume, que con la explotación de los fosfatos se asegura un crecimiento urbanístico y una transculturización que definitivamente se va a reflejar en los próximos escritores que emerjan de ella.
San Miguel de Piura, 01 de Febrero de 2009.